miércoles, 5 de abril de 2006

El caso Uruguayo




Chile tiene uno de los índices más altos de piratería en la región, y esto no es un tema menor a la hora de explicar el magro estado de la industria del software: "La cultura de valorar nuestras ideas ha estado fallando. Al no proteger la propiedad intelectual, los desarrolladores no se ven incentivados para crear. Si estuvieran protegidos podrían encontrar personas que les financien el proyecto".

Y a pesar de que hace diez años teníamos ventaja, nos ganaron la carrera. Uruguay, país de características similares a las chilenas aunque con una población incluso menor, se ha consolidado como el gran exportador de software en la región. Los expertos concuerdan en que más que imitar el camino que tomó el líder y entrar a competir por sus mercados, debemos ser prudentes y sacar las mejores lecciones: "Tenemos que aprender de esos ejemplos, pero la única manera de tener éxito es ser nosotros mismos, tener nuestro propio estilo, encontrar nuestro propio modelo. Debemos aprender de los demás, pero al mismo tiempo formular nuestra propia estrategia".

Una de las razones que explican que la industria del software uruguaya exporte 100 millones de dólares al año son las exenciones tributarias. El Estado uruguayo decidió no cobrar impuestos a las utilidades, lo que permitió que muchas compañías decidieran invertir en el sector.

Pero Rodrigo Alonso, de Humano 2, no está de acuerdo en que sea rol del Estado el impulso de la industria: "Yo creo que nos tendemos a quejar siempre del Estado, pero lo que el Estado debe hacer es generar el ambiente macro para que los empresarios luego jueguen su rol que es invertir, crear empresas, hacer proyectos novedosos y salir afuera. Yo no creo que sea culpa del Estado que no haya una industria del software; al contrario, el Estado ha sido muy proactivo con proyectos súper exitosos para fomentar la adopción de tecnologías". Alonso también sostiene que la razón del éxito uruguayo no se sustenta en los subsidios estatales, sino en una empresa, Genexus, que creció muy fuerte y pudo sacar sus productos afuera. Alrededor de esa empresa se creó un ecosistema de empresas que usan esa misma tecnología y venden sus servicios afuera.

"En realidad Uruguay no exporta tanto software, sino productos asociados. Acá en Chile no se ha dado porque no ha existido una empresa que haya servido de punta de lanza y que haya logrado salir afuera arrastrando un ecosistema", afirma Alonso.

Y es precisamente el alto impacto que tiene el software en muchas áreas de la sociedad lo que lo convierte en un motor de crecimiento: "El software tiene un claro efecto multiplicador y genera un montón de actividad en torno a su núcleo. Evidentemente es un motor de generación de economía.

Pero hay que ponerlo en perspectiva. Hasta el momento, el software y su actividad debe representar menos del 1% del PIB chileno. No es relevante dentro de la actividad económica.

El principal desafío de la industria, es la certificación. Muy pocas empresas chilenas están certificadas, a pesar de que éste es un elemento esencial para poder competir a nivel global. Cabrera también sostiene que se debe aumentar y potenciar la asociatividad. Además, se debe resolver el problema del financiamiento y lograr una mayor protección de la propiedad intelectual.

Además, las exigencias de los diversos TLC nos imponen un cumplimiento de la legislación nacional y que la autoridad motive el cumplimiento de las normas vigentes.

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