jueves, 31 de agosto de 2006

Más sobre la radio digital


Frente al desarrollo e implementación de los sistemas de radio digital, nos encontramos con ciertas dificultades. Una de ellas es que el ejercicio de la libertad de expresión, del que la radiodifusión privada legalmente establecida es una herramienta fundamental, podría quedar restringido sólo a aquellos que puedan económicamente acceder a los nuevos receptores y trasmisores. Produciendo el efecto opuesto al deseado, o sea, minimizar la “Brecha Digital”. Dado que la situación y las prioridades de cada país son diferentes, lo que para unos puede ser necesario, para otros puede ser desproporcionado con su realidad nacional. Por otro lado, habría que analizar ponderadamente la “verdadera” necesidad del cambio. En esto les recuerdo lo que ocurrió con la tecnología de CDs de audio, cuando se decía que era la solución mágica y que después no necesitaba más nada. Hoy todos sabemos que eso no fue así tampoco. Los discos compactos de audio sin compresión están superados, los CD archivados en WAV, PCM están absolutamente antiguos en este momento, ustedes saben que en el mismo espacio se puede almacenar muchísimo más audio en MP3 con una calidad sorprendentemente similar, y sin embargo, es muy complejo el cambio porque implica temas de derechos de autor e inversiones o gastos que, por el momento, no tendrían sentido. Creo que es una experiencia interesante porque pudimos ver que el cambio a digital era indudablemente necesario y era la evolución lógica, pues el disco de acetato analógico hace mucho que no conformaba a los usuarios.

Los pasos que habría que dar. En atención a que para esta transición seguramente no encontraremos una única “receta” para todos los países del mundo, deberíamos analizar la verdadera necesidad de estos cambios, especialmente para los países en vías de desarrollo. Y acá está el gran problema, teniendo en cuenta su realidad económica, social y cultural, y la situación particular de su radiodifusión. El mundo desarrollado debería permitir e incentivar, que todos los países, y especialmente los menos desarrollados, participen en el esfuerzo industrial que la transición requeriría. Esto, además de establecer una relación más justa entre las naciones, mejoraría la economía de escala en el proceso de cambio, acelerándolo en beneficio de todos, aunque en el mundo actual esto pueda parecer cada vez más lejano.

Otro paso a considerar es el accionar oficial. Las Administraciones de cada país y la Unión Internacional de Telecomunicaciones, al ser partícipes de decisiones trascendentales en estos temas, deberían promover los estudios y mecanismos que permitan el acceso y adopción de las nuevas tecnologías generadas en el primer mundo, de forma equitativa para todos los países independientemente de su grado de desarrollo, priorizando los altos principios y derechos de la Humanidad, en búsqueda de estándares internacionales, o al menos regionales, evitando decisiones unilaterales, que tanto han perjudicado, por ejemplo, el desarrollo de la televisión color en nuestra región.

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